31 y contando…
Algún día serás lo suficientemente adulto como para empezar a leer cuentos de hadas. C.S. Lewis
Cada año que pasa puedo detenerme y ver lo que he vivido y dar gracias a Dios por su amor, cuidado y guía en cada paso. Tengo que admitir que este año ha sido uno de los más emocionantes y sin duda el mejor cumpleaños que he vivido hasta ahora. ¿Cómo puedo estar segura de eso? Déjenme les cuento. Todo empezó cuando regrese al Ecuador. Si leyeron mi último blog, pueden ver que al regresar de India venía con mi corazón lleno de cargas y tristezas. El versículo que utilice en mi última entrada fue el siguiente: Tú, que me has hecho ver muchas angustias y males, Volverás a darme vida, Y de nuevo me levantarás de los abismos de la tierra. Aumentarás mi grandeza, Y volverás a consolarme. Salmos 71: 20-21. Eso era lo que realmente esperaba, que el Señor Jesús me levante y me consuele. Él hizo mucho más que solo consolarme, me dio gran gozo como el que nunca antes había experimentado. Me mostró su amor de varias maneras, con mi familia, amigos, hermanos en Cristo y especialmente a través de un hombre que llegó a mi vida de una manera inesperada, hermosa y en el tiempo de Dios.
Conocí a Diego hace 12 años en un campamento en el Oriente ecuatoriano, y aunque nunca le dije lo que sentía por él en ese tiempo, fue la primera vez que alguien llamó mi atención y la primera vez que puedo recordar que me gustaba alguien. Empezamos a escribirnos ya que vivíamos en ciudades diferentes y poco a poco podía ver que me encantaba recibir sus mensajes, hablar con él y conocer quién era. Durante ese año nos volvimos a ver en tres ocasiones, una en la playa y las otros dos en la ciudad donde yo vivo, Cuenca. En su última visita, cuando nos despedimos pensé que sería la última vez que escucharía de Diego. Me escribió algunos mensajes a los cuales respondí de manera muy rápida y algunos ni siquiera lo hice. Los siguientes doce años pasaron como el tiempo lo hace, rápido y llenando los días con actividades, trabajos y quehaceres. Terminé de estudiar la universidad, empecé el proyecto de la escuela Bíblica, y fui a vivir a India. Recuerdo que durante esos años siempre me preguntaban, ¿Has tenido novio? ¿Qué chico te ha gustado? ¿Quieres casarte algún día? Siempre respondía de la misma manera para las dos primeras preguntas. No, nunca he tenido novio. Y sí, alguien me gustó alguna vez, su nombre era Diego Z. La respuesta para la tercera pregunta cambiaba bastante, a veces me emocionaba la idea de que algún día podría compartir mi vida con alguien más y casarme. Pero a veces solo pensaba que el tiempo pasaba y sería más improbable encontrar a alguien con quien casarme.
Recibí el primer mensaje de Diego cuando termine mi primer año en India. Fue una sorpresa escuchar de él. La razón por la que me escribió era para saber si podía darle información sobre como poder servir y hacer misiones en India. Nuevamente fui muy puntual con mis respuestas y la verdad no pude ofrecer mucha ayuda de mi parte. Pero Diego siguió insistiendo para saber cómo servir en India. Intercambiamos unos pocos mensajes durante el siguiente año y cuando decidí regresar al Ecuador fue cuando empezamos a comunicarnos mucho más. Llegué al Ecuador en Agosto y unas semanas después fue la primera vez que hablamos por teléfono. Fue un poco raro escuchar su voz después de tantos años, la verdad ni siquiera recordaba como sonaba. Después llegó el primer video llamada, de igual manera fue un poco raro contestar, pero después de los primeros minutos de verle y hablar se volvió la cosa más natural, como si nunca hubiéramos dejado de hablarnos. Teníamos doce años que no habíamos sabido nada el uno del otro y los siguientes meses fueron claves para llegar a conocernos. Diego vive en Argentina por lo que la tecnología fue nuestro mejor aliado para poder pasar tiempo juntos. Durante nuestras largas horas de conversación, podía ver que Dios había engendrado en Diego un espíritu de servicio tan grande que lo había llevado a servir en varias partes del mundo y su amor por Jesús era evidente en su vida. Diego es un hombre muy inteligente, con un espíritu aventurero y siempre servicial, éstas fueron las primeras cosas que empezaron a revivir sentimientos enterrados y guardados muy dentro de mí. Nos volvimos a ver por primera vez después de doce años cuando llegó de Argentina en diciembre del 2019, y fue tan maravilloso poder hacer la conexión con la persona con la que había estado hablando por los últimos cinco meses, verle en persona y no tener que utilizar mi teléfono para hablar con él, es más, creo que en varias ocasiones ni siquiera sabía dónde estaba mi celular. No tenía idea que los siguientes dos meses iban a ser los más ocupados y hermosos de mí vida. Aunque parezca una locura, después de doce días de la llegada de Diego al Ecuador, pedimos la bendición de nuestros padres para empezar una relación de noviazgo, y nuestro noviazgo duró un mes y 7 días, ya que el 14 de febrero fue el día más maravilloso que he vivido. Acepté casarme con el hombre que Dios tuvo preparado para mí. Diego tiene las cualidades que alguna vez escribí en una lista de cosas que quería que tuviera mi esposo. Una de ellas era que amara a Dios sobre todas las cosas y he podido ver como el amor de Diego por su Creador es tan grande y eso llena mi corazón porque sé que si su fundamento es el Señor será tan emocionante caminar a su lado sabiendo que él dependerá de Jesús y que igualmente me amará como Cristo amó a su iglesia y dio su vida por ella.
Hoy es el cumpleaños del hombre que conquistó mi corazón con su amor, con su personalidad, con tantos detalles hermosos que preparó para mí. Sé que el próximo año escribiré nuevamente sobre nuestra vida y esta vez lo haré como su esposa. Me emociona pensar en compartir mi vida junto a Diego y con la expectativa de ver lo que Dios hará en nuestras vidas, los lugares a los que nos llevará, las personas que conoceremos, las experiencias que viviremos, los hijos que tendremos y todo lo que Dios tenga preparado para nosotros.
C. S. Lewis dijo que algún día sería lo suficientemente adulto para empezar a leer cuentos de hadas, para mí la verdad es que estos dos meses he vivido mi propio cuento de hadas, en el que el príncipe encuentra a su princesa y ambos viven felices para siempre.